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APRENDIENDO CON EL GUSANITO DAVID: EL MEJOR REGALO








Laura y Daniel estaban de camino al parque con su prima Yeny. Yeny tenía 12 años. Con frecuencia ella cuidaba a sus primos cuando la mamá estaba ocupada.



"¡Oh, miren todas esas flores hermosas!" gritó Laura mientras entraban al parque.


"Sí, las flores están preciosas", dijo Yeny. "Pero recuerden el aviso que dice que no debemos cortar las flores".

Entonces Yeny los llevó al cajón de arena, y les dijo: "Ustedes pueden jugar aquí o en los columpios. No se vayan a alejar de aquí, ni se metan en el lodo".

Yeny se sentó a observar los niños por un rato. Luego abrió su libro y empezó a leer.

Daniel y Laura jugaron en los columpios. Luego jugaron en la arena. Pronto Daniel se cansó de jugar en la arena, y se paró.

"¿Adónde vas?", preguntó Laura.

"Allá a jugar en ese charco", respondió Daniel.

Laura abrió sus ojos con sorpresa y dijo: "No puedes hacerlo, Yeny nos dijo que no lo hiciéramos".



"Yo no tengo que hacer lo que Yeny diga. Ella no es mi mamá", respondió Daniel caminando hacía el charco.

Laura pensó por un momento: "Yo tampoco tengo que obedecer a Yeny", y se fue corriendo alegremente hacia las flores. Allí cortó dos flores violeta, luego una blanca.

En ese mismo instante Yeny levantó su mirada del libro que estaba leyendo y empezó a llamar: "¡Daniel! ¡Laura!"

"Oh, Laura", dijo Yeny al mirar las flores. "Te dije que no debías cortarlas".

Laura escondió las flores detrás de su espalda, y dijo: "No me importa. Se las voy a dar a mi mami".

Yeny se dio cuenta que los zapatos de Daniel estaban lodosos y le dijo regañándolo: "Y yo te advertí, que no te acercaras a los charcos".

Daniel hizo mala cara, y dijo: "No me importa. Yo quería jugar en el charco. Y encontré una piedra muy bonita para mi mami", continuó diciendo mientras limpiaba la piedra con su camisa.


Yeny llevó a Daniel y a Laura a casa. Al llegar dijo: "Tía, ellos no me obedecieron hoy".

Laura y Daniel mostraron las flores y la piedra a su mamá
Laura y Daniel mostraron las flores y la piedra a su mamá. "Las traemos para ti mami", dijeron sonriendo.

La mamá no sonrió. Tenía la mirada triste. Se despidió de Yeny y mandó a Daniel y a Laura al baño a que se bañaran. Luego los llamó.

"Quiero contarles una historia", les dijo. "Es sobre el rey Saúl en la Biblia. Un día Dios le dijo al rey Saúl que fuera a destruir a algunos de los enemigos de Dios. Y que también tenía que destruir todo lo que les pertenecía y que no llevara a casa nada de las cosas de ellos.

"Pero el rey Saúl decidió traer a casa algunos de los mejores animales de ellos. Él dijo en su corazón: 'Los ofreceré como un regalo a Dios y todo va a estar bien'.

"Pero Dios rechazó el regalo del rey Saúl. Dios le dijo: 'Obedecer es mejor que sacrificar'. Dios quiso decir que es más importante obedecerle que traerle regalos. Dios le enseñó al rey Saúl que el mejor regalo para Él es la obediencia".

“Oh”, dijo Daniel. “Yo no obedecí a Yeny. ¿Es por eso que no te gustó mi roca, mami?"

Su mamá asintió. "Tú encontraste la piedra mientras estabas desobedeciendo, Daniel. Eso me entristeció en vez de alegrarme".

Lágrimas brotaron de los ojos de Laura. "Lo siento mami, yo corté las flores. Yeny me dijo que no lo hiciera".

"Pero, mami", dijo Daniel. "Yeny no es nuestra mamá. Yo pensé que sólo debemos obedecerte a ti y a papá".

Mamá respondió, "No, niños, hay muchas personas a las que debemos obedecer. El Señor Jesús nos dice en Su Palabra que debemos obedecer a aquellos que están en autoridad sobre nosotros. Eso significa aquellos que se preocupan por ustedes, como Yeny. También sus maestros en la escuela y los policías. Y significa también sus abuelos. Si ustedes desobedecen a estas personas, están desobedeciendo a Dios".

"¿También papá y tú tienen que obedecer a otras personas?"

"Sí", respondió mamá. "Durante toda nuestra vida tenemos personas a las que debemos obedecer. Por eso es que es importante aprender a obedecer cuando somos jóvenes. El Señor Jesús se alegra cuando los niños obedecen a sus padres, porque Él sabe que eso les ayudará a obedecer a otras personas también. Por eso Él nos dice en la Biblia: 'Hijos obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor'".

Daniel dijo: "Mami, ¿le podemos pedir al Señor Jesús que nos perdone por lo que hicimos?"

Mamá respondió: "Sí, ustedes lo pueden hacer ahora mismo".

Daniel y Laura oraron. Ellos le pidieron a Jesús que les perdonara, luego hablaron por teléfono con Yeny. Le dijeron que sentían mucho haberle desobedecido.

Mamá les enseñó el versículo que debían memorizar. Ella les ayudó a escribirlo en un papel. Daniel y Laura dibujaron flores y piedras alrededor del versículo. Ellos dijeron que eso les ayudaría a recordar que cuando ellos obedecen a sus padres y a otras personas, también le están obedeciendo al Señor Jesús.


Versículo para memorizar:




En el Antiguo Testamento leemos acerca del pueblo de Israel. Dios los sacó de la tierra de Egipto para que fueran Su pueblo.

Un día el pueblo de Israel decidió que ellos querían tener un rey. Al buscar entre ellos, encontraron a un joven llamado Saúl. Ellos dijeron: "él será un buen rey".

Dios envió a Su profeta a ungir a Saúl como rey sobre Su pueblo. El pueblo estuvo muy feliz. Un día Dios le dijo a Saúl que saliera y destruyera a algunos de los enemigos de Dios. Esos enemigos de Dios eran muy malvados. Dios no quería que ellos enseñaran a Su pueblo a hacer cosas malas.

Dios le dijo a Saúl que destruyera a esa gente mala y todas sus pertenencias. Él debía destruir sus casas, sus ropas y sus animales. Dios le dijo a Saúl que no tomara nada de lo que perteneciera a ellos.

Saúl salió a pelear contra esa gente y Dios le dio una gran victoria. Pero Saúl no obedeció a Dios. Saúl decidió no matar al rey de esa gente malvada. En lugar de eso, Saúl se llevó a ese rey con él para exhibirlo. Saúl quería que todos supieran que él había capturado a ese rey.

Saúl también decidió no destruir los mejores animales, sino que se los llevó a casa con él. Saúl pensó: "Ofreceré algunos de ellos como un sacrificio a Dios y Él estará feliz de mi".

¡Ese fue un terrible error! Dios no se puso feliz con Saúl. Saúl lo había desobedecido. Dios nunca se pone feliz cuando le desobedecemos.

Cuando Samuel vino a ver al rey Saúl, Saúl le dijo: He cumplido la orden del Señor. Pero Samuel sabía que eso no era verdad, porque él podía oír a los animales.

Entonces Samuel le dijo a Saúl: Obedecer es mejor que los sacrificios. Samuel quiso decir que es más importante obedecer a Dios que darle regalos a Él. Saúl no pudo continuar siendo rey de Israel, porque él no obedeció a Dios.

(Lee 1ª Samuel 15)

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