EVANGELICEMOS A LOS NIÑOS
Más de un tercio (el 35%) de la población total del mundo son niños. Imagínese todas las almas que eso representa. Con ese dato en mente, surgen varias preguntas entre ellas: ¿Debo evangelizar a los niños? y ¿por qué debo hacerlo? Sencillo, porque Dios nos manda a anunciar las buenas nuevas a toda criatura, y entre esas criaturas están los niños.
¡Evangelicemos a los niños!
Todo creyente debe entender que tiene un papel necesario en el gran programa evangelístico de Dios, sean o no obreros a tiempo completo. La evangelización siempre debe ser una de las prioridades de la Iglesia. Existen varias razones para esto.
La primera razón, y la más obvia, como ya vimos, es el mandato del Señor Jesús en Marcos 16:15. Él ha dicho que debemos evangelizar, y tenemos que obedecer.
Otra razón vital es que el amor de Cristo nos obliga. 2 Corintios 5:14:"Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron". Le amamos, y demostramos ese amor al hablar de él a otros.
El tercer motivo es porque Dios, el Espíritu Santo llama al pueblo de Dios a evangelizar, y pone esa carga en sus corazones (Mateo 9:38; Hechos 13:2). Además concede a muchos el don de evangelización (Efesios 4:11).
Un cuarto motivo, y quizá el más importante es porque nos preocupamos por la gloria de Dios (1 Corintios 10:31). Queremos ver a Dios glorificado en las vidas de hombres, mujeres, niños y niñas. Millones toman en vano el nombre de Dios, no se dan tiempo para él o su Palabra, se postran ante dioses falsos y le roban a Dios su gloria. Deseamos que Dios tenga el lugar que le corresponde en sus vidas. Deseamos su gloria. ¿Cuál es la más grande manifestación de su gloria, su gracia y su poder hoy en día? ¿Acaso no es la salvación de los que responden al evangelio?
Todas éstas son razones vitales por las que tenemos que evangelizar.
Ahora es necesario contestar la pregunta: ¿Por qué debemos evangelizar a niños? La responderemos a lo largo de la serie.
Pero a la luz de lo que ya hemos visto, podemos dar una respuesta clara y precisa. Debemos evangelizar a niños porque el Señor Jesús nos ha dado el mandato de hacerlo. Su último mandato para nosotros fue: «Anuncien las buenas nuevas a toda criatura» (Marcos 16:15). Eso incluye a niños, de todas las edades. En Romanos 1:16 Pablo declara que el evangelio es «poder de Dios para la salvación». Hay poder en el evangelio y el Espíritu Santo usa el evangelio para convencer a niños y niñas de su pecado, llevarlos a Jesucristo y regenerarlos. El poder está en este maravilloso mensaje y no en nosotros mismos ni en nuestros métodos.
Este es el principal motivo por el cual evangelizamos a niños. El Señor Jesús nos lo ha mandado. No podemos esquivar o evitar este mandato. Es sencillo, claro y preciso.
A la vez debemos tener en mente que existe sólo un evangelio.
«Pero aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición! Como ya lo hemos dicho, ahora lo repito: si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición!» (Gálatas 1:8, 9).
Nuestro Señor nos ordenó: «Anuncien las buenas nuevas a toda criatura». No existen dos evangelios: uno para adultos y jóvenes y otro para niños. ¡No! Debemos predicar el mismo evangelio sin importar la edad. Puede que haya diferencias en la manera de presentarlo o ilustrarlo pero el mensaje siempre tiene que ser el mismo.
El Dr. Francis Schaeffer, escritor y maestro cristiano de renombre internacional, dijo en una conferencia para los que trabajan con niños:
«Hay tan sólo un evangelio tanto para adultos como para niños. La evangelización de niños no es otro evangelio sino un problema de traducción en el que debemos proclamar las grandes verdades de la fe cristiana de manera muy sencilla. La razón principal de mi convicción que los niños pequeños realmente pueden entender las verdades fundamentales del evangelio es que creo en el ministerio del Espíritu Santo para comunicarles el mensaje de salvación y santificación. No existe adulto, por más inteligente que sea, que pueda entender el evangelio sin la iluminación del Espíritu Santo.»
Dos hechos adicionales ayudarán a convencernos de la importancia de obedecer al mandato de nuestro Señor de predicar el evangelio a niños:
La población mundial actualmente es de 5.000 millones. Más de un tercio (el 35%) de la población total del mundo son niños. En varios países del tercer mundo, esta proporción se eleva a la mitad de la población. ¡Eso significa un total de 1.750 millones niños menores de 15 años! ¡Qué enorme campo para misiones! Así que cuando el Señor Jesús habló de evangelizar a «toda criatura», debemos recordar que por lo menos la tercera parte de los referentes son niños, y por lo tanto una importante proporción de la población mundial.
La niñez es una etapa en la vida de todos, y una por la cual todos debemos atravesar. ¡Eso significa que los dos tercios que no son en la actualidad niños, en algún momento lo han sido!
Hoy en día existen muchas iglesias y muchos creyentes que han obedecido este mandato del Señor Jesús y que están evangelizando a niños, y damos gracias a Dios por cada uno de ellos. Pero lamentablemente la observación y la experiencia nos muestran que es probable que estén en la minoría. Existe un buen número de iglesias evangélicas y muchos individuos que trabajan con niños pero que no creen necesario evangelizarlos. Existen iglesias y creyentes que casi no tienen ninguna clase de ministerio con niños. Nuestra oración es que Dios nos abra los ojos a todos no sólo para ver la gran necesidad que hay de evangelizar a niños, y darnos cuenta de las grandes oportunidades que existen para este ministerio, sino sobre todo para entender el hecho de que Jesucristo nos ha mandado hacerlo.
Calvino, Knox y Lutero enfatizaban a los niños y nuestra responsabilidad hacia ellos. Lutero, por ejemplo, dijo: «Si el Reino de Dios ha de venir con poder, debemos empezar con los niños, y debemos enseñarles desde la cuna».
Martín Lutero también dijo: «Me conmueve profundamente ver que niños y niñas pueden orar, creer y hablar de Dios y de Cristo más que antes». En 1530 predicó un sermón en el cual dijo: «Debemos tener pastores comunes y corrientes que enseñen el evangelio y el adoctrinar a los de corta edad y a los que lo ignoran».
El renombrado Metropolitan Tabernacle de Carlos Spurgeon en Londres tuvo un extenso ministerio de evangelización de niños en escuelas dominicales y otros lugares. De vez en cuando también realizaron reuniones evangelísticas para niños a las que asistieron hasta 8,000 personas, de las cuales muchas declararon su fe en Cristo. Diecisiete años más tarde, Spurgeon podía señalar a varios «pilares de la iglesia» quienes habían sido convertidos de niños en estas reuniones.
Se sabe de Robert Murray McCheyne, el conocido pastor y predicador escocés quien fuera grandemente usado por Dios en la primera mitad del siglo XIX, que «el piso de su oficina estaba colmado de niños que buscaban al Salvador». Y se dice que el Dr. Andrew Bonar de Glasgow, Escocia, el igualmente conocido pastor y predicador y biógrafo de McCheyne, tuvo «reuniones especialmente para niños y jóvenes en su iglesia en los que los miembros se vieron conmovidos hasta derramar lágrimas». Él mismo declaró que la mayoría de sus ancianos «tenían hijos pequeños que se regocijaban en Jesús».
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