DOS ZAPATOS CORRIENTES
Filipenses 4:6:
"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias".
– ¡Mami no puedo encontrar mis zapatos! – Grito Luis – voy a llegar tarde al autobús
El levanto su cubrecama para ver debajo de la cama por lo que el considero una centésima vez
– He buscado por todos lados
– ¿has orado sobre el asunto? – pregunto la mamá cuando llego a la puerta – ¿Luis ya oraste? – repitió ella
– No mami. No pienso que Dios tiene tiempo para preocuparse por dos zapatos corrientes – respondió Luis enojado – además se me ha hecho tarde. No tengo tiempo de detenerme y orar – de inmediato supo que había dado una respuesta incorrecta
La mamá de Luis lo sostuvo con cariño por sus hombros y se quedo mirando a sus ojos castaños dijo:
– Luisito cuando tienes que ir a buscar algo en el sótano de la abuela, tú disminuyes el paso en las escaleras y te sostienes del pasamano. ¿Por qué lo haces?
– Porque los escalones están inclinados, y allí está oscuro – dijo Luis, y se estremeció mientras recordaba la escalera destartalada y lúgubre.
– Pero tú nunca has caído en esos escalones porque eres cuidadoso y tomas tu tiempo – dijo la mamá – por otro lado, la semana pasada te caíste en las escaleras que son nuevas, bien alumbradas y tienen pasamanos en ambos lados. Tú corres de arriba abajo por esos escalones una decena de veces a la semana, así que pensaste que no tenías que ser cuidadoso. Ellos son nuestros corrientes escalones de rutina ¿cierto?
Luis asintió despacio con su cabeza. El estaba tratando de comprender lo que su mamá quería enseñarle.
– Así que los difíciles no te causaron problemas, pero los corrientes si – dijo la mamá – en la vida, las cosas grandes que suceden y que nos asustan, nos ocasionan menos problemas que las corrientes. Puede que sea porque tal parece que tomamos el tiempo para orar por las cosas grandes, las cosas que nos asustan, pero no por las cosas pequeñas, las cosas corrientes.
– ¿Cómo los zapatos? – pregunto Luis, y sonrió con timidez
– Como los zapatos – respondió la mamá
– Bien, mami. Estoy listo para preguntarle a Dios, donde están mis zapatos – dijo Luis con una sonrisa – y pienso que también le pediré por un aventón para ir al colegio
¿QUÉ TAL TÚ?
¿Oras sobre las cosas “pequeñas” que te preocupan? ¿Cosas como pasar un buen tiempo en la casa de un amigo, o ser escogido para jugar en el equipo de pelota de tu mejor amigo? Dios está esperando escuchar aun las pequeñas oraciones de su pueblo.
ORA POR TODAS LAS COSAS
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