DOS CLASES DE GRANOS
2 Corintios 5:17:
“De modo que si uno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”
– Vamos a hacer palomitas de maíz esta noche – canto Gaby felizmente
Mientras se hacían las palomitas sobre la estufa “¡pop! “¡Pop! “¡pop! Ella estaba en una fiesta de la clase de la escuela dominical. Su hermana, Nancy la acompaño y juntas terminaron la canción.
– Mira a los granos grandes y lustrosos. “¡pop! “¡pop! “¡pop! Están bailando por todos lados. Sin duda es muy divertido. Están pidiendo Salir. “¡pop! “¡pop! “¡pop!
Gaby y Nancy se rieron de la cara que puso una de las niñas.
– Nuestra bisabuela nos enseño esa canción cuando éramos pequeñas – explico Gaby. Metió un poco de palomitas a su boca – Ummm. ¡Rico! – pero un momento más arde saco un grano duro – ¡Ay! – dijo – Este no se cocinó. No sirve.
Poco antes que se acabara la fiesta la maestra llamo a las niñas para el devocional. En su mano tenía dos palomitas de maíz una pequeña, dura y seca, y la otra hinchada y blanca como la nieve.
– Recién estaba pensando – dijo la maestra – cuantas palomitas hinchadas tenemos en esta clase y cuantos granos duros nos quedan – se sonrió ante la expresión confusa que veía en cada rostro. Y continuo – ¿Ven?, nosotros somos algo parecidos a las palomitas de maíz. Cuando las ponemos sobre la estufa y la calentamos, la humedad dentro de los granos se convierte en vapor y causa muchos exploten. Cambiaron mucho ¿No es así?
– Pero ¿Cómo es que eso se parece a nosotros? – pregunto una niña.
– Bueno cuando una persona oye el Evangelio y responde aceptando a Jesús como Salvador, una explosión ocurre dentro de ellos – explico la maestra – Un cambio grande toma lugar en sus vidas, convirtiéndose en personas más útiles y amorosas. Dios dice que se convierten en “Creación nueva” en Él – miro al grupo y les dijo – ¿Has experimentado un cambio, como esta palomita hinchada y blanca, como esta que esta dura? ¿No aceptaras a Jesús hoy?
¿Qué tal tu?
¿Ha sido cambiada tu vida por Dios?
Si no has cambiado, necesitas hacerlo. Confía en Jesucristo como tu Salvador.
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